No vale sólo prometer, hay que comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en la necesidad absoluta de entendimiento. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto conjunto que cada uno se marca en la vida, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su camino y, aceptando este camino, se hace libre. Por tanto, defender la justicia y la dignidad humana, así como los derechos y los deberes de los ciudadanos, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de compromiso.
Todos los hombres en algún momento de su vida perciben el impulso interior de ayudar a construir una sociedad más justa, ya que por unas circunstancias o por otras ese tipo de ideas pasar aunque sea fugazmente por la mente de cada ser humano. Pero la realidad social hace en cada hombre se vaya desechando fría y calculadamente esa idea. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por este compromiso, chocan frontalmente con una sociedad cada vez más individual e insensible a las necesidades de los demás.
Es absolutamente necesario el aprovechamiento y la implicación en el inicio de estos sentimientos tan puros de compromiso social, ya que ese instante no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas.
El compromiso social es el don más grande que ha sido otorgado a los hombres, es una promesa de dignidad y nuestra esperanza.
Soy consciente de las desviaciones y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre el compromiso social, con el consiguiente riesgo de ser mal entendido, o excluida de la ética vivida y, en cualquier caso, de impedir su correcta valoración. En el ámbito social, jurídico, cultural, político y económico, es decir, en los contextos más expuestos a dicho peligro, se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales. De aquí la necesidad de unir no sólo el compromiso con el cumplimiento de lo prometido, sino también en el sentido, inverso y complementario, prometer sólo si se es capaz de cumplir.
Puesto que está lleno de verdad, el compromiso debe ser comprendido por los partidos en toda su riqueza de valores.
Es un gran desafío para los partidos. Los diferentes grupos Políticos tienen una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de sus derechos adquiridos.
Como ciudadanos debemos instar a los Partidos a permanecer fieles a su mensaje, fuera del cual su palabra sería un documento sin raíces y las cuestiones sobre el desarrollo se reducirían únicamente a datos sociológicos y estadísticas objeto incluso de manipulación.
Hay que empezar a valorar sobre los partidos políticos su mensaje y su forma de obrar a lo largo de su andadura; desde que anuncia, celebra y actúa en los mítines electorales, ya que tiende a promover y prometer maravillosas ideas de desarrollo integral y social, hasta que tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia o educación, sino que manifiesta toda su propia capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal, cuando puede contar con un régimen de libertad.
Es obvio que dicha libertad se ve impedida en muchos casos por prohibiciones y persecuciones públicas o mediáticas, o también limitada cuando se reduce a la presencia pública en diferentes actos públicos. Pero debemos recrearnos y valorar sobre la realización de manera unitaria a la totalidad de las promesas y hechos en todas sus dimensiones
Sin esa perspectiva, el progreso político se queda sin aliento. Encerrado dentro de la historia y un marco determinado de tiempo, pero la realidad es que queda expuesto al riesgo de reducirse sólo al momento electoral. Así, los partidos quedan expuestos a perder la valentía de estar disponibles para las iniciativas grandes y afrontar los grandes retos que la realidad social española exige.
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