martes, 9 de junio de 2009

Paranoias


Algunas veces, la idiosincrasia asociativa y los miedos a las pérdidas de poder acaban pareciéndose más a una reyerta entre navajeros que a un discurso político en la cual lo que menos parece importar es la resolución del problema, el análisis de los errores cometidos y la falta de prevención y de medidas efectivas. El caso es buscar las maneras y generar dudas suficientes, subjetivamente argumentadas, para generar alrededor del libre-pensador, un halo que pueda parecer oscuro, con el único fin de que esa oscuridad tape los propios errores y fracasos.

Normalmente, esos fracasos suelen ser debido a una falta de previsión total y suelen ser comúnmente producido por aquellos que anteriormente cometieron los mismos errores, incluyendo la falta de información.

Este tipo de líderes fascistoides, suelen rodearse de otros que tienen por costumbre ponerse el traje de faena y que su única aspiración, es conseguir sus metas arrimando el hombro,

Las faltas de previsión anteriormente mencionadas y el intento de control absoluto, suelen llevar comúnmente a un gran desastre organizativo, ya que la falta de organización administrativa es un problema común de aquellas organizaciones en donde la creencia ciega en su capacidad de improvisación está a prueba de bomba (y desastres).

Por ello este tipo de actitudes dictatoriales acaban abocando a una elevada tasa de absentismo asociativo y su lentitud e ineficacia es todo menos sorprendente, para aquellos que como he dicho anteriormente, suelen ponerse el traje de faena. Provocando crispación, desentimiento y conflicto. Lo que añadido a la falta de autocrítica y miedo a pérdida de control absoluto, ejerce una función desestabilizadora y de desmembración inevitable.

El problema de la total falta de previsión es un problema de organización asociativa.

Poco importa si las decisiones nefastas fueran tomadas directamente por el responsable asociativo o por varios de sus subordinados, lo que importa es que él sea el último responsable y que él tuviera que haber admitido no solamente los enormes errores cometidos en el desarrollo organizativo, sino su responsabilidad personal y/o política. Y los políticos demuestran su sentido de responsabilidad política, dimitiendo.

La falta de dimisión a partir de la presentación de una fractura asociativa tendrá, sin ninguna duda, un importante desgaste político, que resultará en el mejor de los casos en una considerable merma de la organización o en el peor de los casos, una quiebra total.

Este tipo de desastres organizativos y funcionales, ejercen en el resto una enorme desmotivación.

Traducción: Se acaba siendo un desastre organizativo.

Pero seamos positivos. ¿Se puede innovar en estas circunstancias?. La respuesta es si.

Por encima de este sentimiento de caos sobrevuela una sensación de abandono, de incuria, de desastre organizativo, de retraso sideral, por ello la información interna es inherente a las organizaciones. Y es que, una organización no es más que un conjunto de personas que interaccionan intercambiando información. Por ello, la información interna en una organización se considera mucho más importante (su volumen es generalmente mayor) que la información externa.

Los aspectos administrativos y organizativos son de vital importancia para incorporar medidas de prevención y mitigación. Sus fallos, errores y desidias, deben estar perfectamente solventadas con anterioridad a la ocurrencia de un desastre, ya que luego lo único que se puede hacer es lamentarse, cuando los desastres podían haberse evitado. Por lo que la irresponsabilidad en este tipo de situaciones, sólo pueden llegar a un camino razonable: la dimisión.

Este análisis es ambicioso en el sentido de que su objetivo final es la implementación de una política de calidad total en la prestación de los servicios a los asociados, ya que la falta administrativa, organizativa y funcional, ha de dar paso para asegurar la calidad de la prestación de los servicios. Para mejorar en forma inherente las condiciones estructurales, las no estructurales y las administrativo-organizativas desde el punto de vista de la operación cotidiana, lo cual redunda en un comportamiento más adecuado para la organización y sus afiliados.

Dentro de los aspectos organizativos, es necesario mencionar que muchos de los problemas que se presentan en la operación cotidiana se deben a deficiencias o ausencia de programas de mantenimiento preventivo, de políticas concretas comunitarias, de falta de organización y funcionamiento estructural, de carencia de ideas, de demasía en la improvisación.

La falta de planificación para ampliaciones o modificaciones provoca un crecimiento desordenado que ocasiona deficiencias generales de funcionamiento, interrupción de servicios y malestar para los asociados. Circunstancia esta que provoca el colapso funcional y hay que renovar para poder tener capacidad de solventar las deficiencias que se presenten en el menor plazo posible

«A cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades»
Por ello, me gustaría conjugar y fusionar a este supuesto, un añadido como al sentir asociacionista como complemento intrínseco de la «Libertad» está la del «DEBER», o sea, de las obligaciones que nos imponen las leyes morales o divinas. El concepto del «DEBER» presupone, ante todo, que estemos en la libertad de escoger. Que gocemos de «libre albedrío». Desgraciadamente, en nuestros días, las nuevas generaciones han sido educadas según las teorías de Freud, que hacen que nos consideremos y actuemos como meros autómatas irresponsables, obedeciendo a determinados estímulos. Con tal clase de educación se ha perdido en nosotros el sentido del deber. Por ello en las organizaciones se debe respetar la libertad y asumir el deber, sin seguir sometidos a la automatía organizativa.
Otra consecuencia y quizás la más lamentable, es que tendemos a mirar al exterior para la solución de todos nuestros males. A echar la culpa de nuestra ineptitud, a las actuaciones de otras organizaciones. El antagonismo de que son objeto los norteamericanos, aparte de la envidia que se les tiene, parte de que los demás países se han acostumbrado a depender de ellos en tal forma y a esperar de ellos la solución de todos sus problemas al grado que ya no pueden valerse por sí. Se ha perdido también ese espíritu aventurero que nos hacía soñar con nuevos horizontes, con nuevos continentes qué explorar, qué conquistar. Con la consecución de nuestra metas. Momento que por otra parte, puede ser el actual.
Otra consecuencia de esas teorías nocivas, es que el hombre ya no se considere responsable y que no busque en si mismo la causa de sus propios triunfos o fracasos. Shakespeare en la tragedia de «Julio César», hace decir a Casio: «The fault, dear Brutus, lies not in our stars, but in ourselves that we are underlings». («La culpa, querido Bruto, de nuestra Inferioridad, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos»). ¿Quién en nuestros días, diría otro tanto?
En una de las páginas de la obra magna de la literatura castellana, Cervantes, por boca de don Quijote, dice: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida».

Por ello, simplemente os reitero como siempre una saludo para todos aquellos que me leen, que por lo que veo son bastantes. Espero que algún mensaje llegue “desde el cariño, como siempre”.

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