lunes, 19 de octubre de 2009

PEQUEÑAS REFLEXIONES SOBRE EL TERRORISMO IV



Últimamente ha comenzado a incidir con mayor abundancia, en los que pensaban pasivamente sobre el terrorismo, e incluso entre aquellos que justificaban dichos actos y que permanecían separados de los que nunca habían sido partidarios y estaban separados entre sí, el arrepentimiento y el deseo de la unión. Muchísimos hombres y mujeres, en toda España, han sido movidos por este deseo de Unión y también entre los que estaban separados, ha surgido un movimiento cada día más amplio, con ayuda sobre todo de los movimientos sociales, Fundaciones y Asociaciones contra el terrorismo, para restaurar la unidad de los ciudadanos. Participan en este movimiento de unidad, los que entienden la necesidad de paz, no sólo individualmente, sino también reunidos en grupos, en los que han escuchado la necesidad social y a los que consideran la paz como único recurso para la libertad del individuo, el libre albedrío del pensamiento y la verdadera democracia. No obstante, casi todos, aunque de manera diferente, aspiran a la paz a través de la Unidad como forma única y visible.

Esta afirmación se debe comprender en el contexto de todo el ámbito político. El Concilio entre los partidos, sindicatos y organizaciones, expresa la decisión del pueblo de emprender la acción en favor de la unidad de los ciudadanos contra el terrorismo y de proponerla con convicción y fuerza.

Es el ámbito político el que debe encargarse de unir y velar por que esta petición se cumpla.

Esta unidad, no es accesoria, sino que está en el centro mismo de la obra social y una parte muy importante la deben desarrollar los sindicatos para conseguir la tan ansiada paz social. Los ciudadanos, los trabajadores, los empresarios quieren la unidad y en la unidad se expresa toda la profundidad de este movimiento social
En efecto, la unidad no consiste simplemente en el encontrarse juntas unas personas que se suman unas a otras. Es una unidad constituida por los vínculos de la profesión, de las creencias y de la oblación jerárquica social. Los que creen en la paz deben ser uno porque, en el fondo, están en la sociedad.

En la situación actual de división política, los ciudadanos se sienten profundamente defraudados por los poderes del Estado. El Concilio político reforzaría su compromiso, con una visión lúcida y abierta a todos los valores presentes y afrontaría de nuevo un mundo donde sus creencias en las Instituciones se han ido desmoronando poco a poco. D esta manera se podría afrontar un futuro mínimo espíritu de fe renovada en las Instituciones públicas.

Por tanto, las mismas instancias políticas, judiciales y sociales, actualmente separadas, aunque creemos que padecen deficiencias, de ninguna manera carecen de significación y peso en la influencia sobre la ciudadanía española.

Actualmente muchos ciudadanos de a pié se sienten profundamente defraudados por las más altas instituciones y se sienten utilizados por el ámbito político, sintiéndose simplemente como carne de revolución partidista. A la vista está la poca incidencia de votantes en las elecciones e incluso en la propia juventud se está produciendo una pérdida constante de valores sociales, sobre los cuales deberán entonar el mea culpa aquellos que tienen la capacidad de desarrollar la voluntad popular.

Esta última debe estar siempre por encima de cualquier interés o creencia, constituyendo un verdadero dogma para las altas instituciones de España.

Escuchemos de una vez por todas la doctrina que demanda la sociedad.

No hay comentarios: