domingo, 10 de mayo de 2009

PALMIRO CAPÓN Y LOS HERMANOS MACABEOS

Hoy quisiera dedicar mis pensamientos a un genio del tiempo: "Palmiro Capón". Para muchos Pañmiro puede ser un ser desconocido, pero para otros un auténtico maestro del recuerdo, mezcla de "Cuéntame" y "Papus".

Mientras me recreaba embelesándome en la lectura comico-política del Jueves, me encontre de nuevo con Palmiro. Esta vez su historia narraba las peripecias por las que atravesaban sus inicios académicos con "el napias". Su profesor de religión.

Cabe decir, que desde que era pequeño y cada vez que podía, le tomaba prestado a mi hermano mayor, todas aquellas revistas, que aunque algunos pudieran considerar que no eran apropiedas para mi edad, para mi hubiera sido un sacrilegio no leerlas. Me voy a referir al anterior: "el Papus, el Jueves, Sukia, Crimen y Misterio y algunos otros de cuyo nombre no quiero acordarme, como bien dice nuestro ilustre Miguel de Cervantes.

Para no desviarme mucho del tema, empezaré narrando la historia que magistralmente cuenta Palmiro.

La narración, basada en un hecho bíblico, trata sobre uno de los multiples sometimientos de los Hebreos por otro pueblo. Esta vez los invasores eran los Asirios y el Rey que los encabezaba era extremadamente cruel. Su nombre Antioco.

Este supremo lider magistral de su pueblo, estaba empeñado en que todos los hijos de Israel, adorasen a sus dioses y dieran la espalda a sus convicciones y a Yahvé.

Casi todo el mundo accedió a hacer lo que el rey quiso, muchos embelesados por su poder, aunque la mayoría por miedo. Sin embargo algunos permanecieron fieles a sus principios, entre ellos una mujer y sus siete hijos, los cuales estaba dispuestos a morir, antes que someterse y violar los principios aprendidos.

El Rey Antioco, haciendo alarde de su poder, mandó azotarlos con suprema crueldad y al ver que no renunciaban a sus valores, decretó atormentear uno a uno a los hermanos, hasta que sucumbieran a su poder. Antes de empezar el tormento, mandó poner un gran perol hirviendo. Primero mandó ajusticiar al hermano mayor y cabeza visible de la familia. Le mandó cortar la lengua, arrojándola al perol, después le arrancaron el cuero cabelludo. Continuó cocinándole manos y pies, ya que le parecía poco el tormento y finalmente le mandó arrojar a puchero, aún vivo, como escarmiento para los demás. A continuación y viendo que no se sometían a su crueldad, mandó hacer lo mismo uno a uno, hasta llegar al último.

Como no había conseguido nada con los antecesores por la vía del tormento, intentó cambiar de estrategia ofreciéndole riquezas, si aceptaba su voluntad, pero éste no se sometió y decidió acabar también con la madre. Este acto de voluntas hizó que al final el pueblo se revelara contra Antioco, ya ue había convertido a unos simples infantes, en verdaderos mártires. La cerrazón mental de Antioco, acabo destruyéndole de manera cruel. Recibió lo que había dado. Sobre todo por su huestes, ya que no le respetaban, simplemente se habían mantenido junto al poderoso.

Imaginariamente, esta narración me trasladó a nuestra época actual y empezaron a surgirme una tras otra, un montón de situaciones donde estos conceptos se podían aplicar. Lo primero que posteriormente vino a mi cabeza, fue la respuesta que hubieran dado muchos en la actualidad: " ¿A quien hay que postrarse y cuando cambiamos de valores?.

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