sábado, 23 de mayo de 2009

Dedicado a Luter King


Sería desastroso para la las asociaciones de guardias civiles pasar por alto la urgencia y las características especiales del momento y subestimar la determinación de los políticos actuales, sin destacar un partido u otro. Unos movidos quizá por la presión ejercida sobre ellos y sus pasadas promesas (recordemos que lo dicho en el pasado y que no se cumple, siempre pasa factura), otros por su labor de oposición, algunos por ser simplemente minoría y encontrarse en disposición de seguir el discurso que más convenga y finalmente aquellos que lo defienden por convicción, aunque este grupo es el menos numeroso y se podría contar con los dedos de las manos.

Este último periodo del legítimo descontento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y en especial de los guardias civiles, no pasará hasta que haya un estimulante período de libertad e igualdad. El año 2008 no es un fin, sino un comienzo que perdurará en el 2009. No habrá descanso ni tranquilidad en España hasta que los guardias civiles tengan garantizados sus derechos como cualquier otros ciudadanos. Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia.

Pero hay algo que debo decir aunque suene extraño. En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad y dignidad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad, trabajo y sabiendo desarrollar y aprovechar lo que el momento nos ofrece. Es momento de la diplomacia y lo institucional, dejando las barricadas como último recurso. No debemos permitir que nuestra fecunda protesta degenere en violencia agresiva, aunque sea verbal, ya que eso nos cerrará cualquier puerta. La maravillosa nueva estirpe que ha envuelto el movimiento asociativo en la guardia civil no debe llevarnos a desconfiar de todos aquello que no sean de los nuestros, ya que muchos de nuestros compañeros, como sus últimas acciones han evidenciado, han llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que sus derechos y su dignidad está intrínsicamente unida a la nuestra. No podemos caminar solos.

Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. No podemos estar satisfechos mientras los guardias civiles sean víctimas de las indecibles discriminaciones con otros cuerpos policiales. No podemos estar satisfechos, ni conformarnos con que la afiliación en la guardia civil siga siendo de un 30 %. Debemos tener argumentos para consolidar el movimiento asociativo en nuestro Cuerpo para que roce el 100%. Y eso sólo se consigue con trabajo. No podemos estar satisfechos mientras un solo guardia civil no sepa cuando va a librar y disponer de un día para dedicarlo a su familia. No podemos sentirnos satisfechos mientras veamos morir a nuestros compañeros, sin haber puesto por lo menos los medios adecuados para disminuir la tragedia. No podemos estar de manos cruzadas, mientras veamos como no podemos llevar una calida de vida digna, por culpa de las diferencias retributivas entre cuerpos policiales, No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente.

No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis llegado hasta aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras habéis salido en un pasado muy reciente y que se quiere olvidar de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra labor en defensa de los ciudadanos, sin discriminar raza, sexo o religión os dejó golpeados por las tormentas de la persecución, la discriminación y el terrorismo. Muchos de nosotros, jóvenes en muchos casos que no llegan a los treinta, se han encontrado con la más cruel realidad del terrorismo. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe y la esperanza de que el sufrimiento inmerecido es redención y que con nuestra lucha diaria, pronto veremos el final de la discriminación.

Volved a vuestros cuarteles, volved a vuestros trabajos, volved a a la calle y seguir defendiendo los derechos de cada ciudadano, pero sobre todo volved a vuestros hogares y sentios orgullosos de vosotros mismos, sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.

No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado y por el que merece la pena seguir luchando.

Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales y tienen los mismos derechos constitucionales”.

Tengo un sueño: que un día sobre los cimientos de la Dirección General de la Guardia Civil, los hijos de quienes fueron machacados y restringidos de cualquier derecho y los hijos de quienes fueron los dueños de la guardia civil, como si de cortijos se trataran, serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.

Tengo un sueño: que un día incluso en el Congreso de los Diputados, un lugar sofocante por el calor de la injusticia a veces con nuestro Cuerpo, sofocante por el calor de la búsqueda una y otra vez de nuestra dignidad laboral y profesional, se transformará en un oasis de libertad y justicia.

Tengo un sueño: que mis tres hijas verán un día, que en la Guardia Civil los guardias civiles no serán juzgados nunca más por defender la dignidad del colectivo, sino por su reputación y su trabajo en la defensa de éste.

No hay comentarios: