Algunas veces, la idiosincrasia política
y los miedos a las pérdidas de poder acaban pareciéndose más a una reyerta
entre navajeros que a un discurso político en la cual lo que menos parece
importar es la resolución del problema, el análisis de los errores cometidos y
la falta de prevención y de medidas efectivas. El caso es buscar las maneras y
generar dudas suficientes, subjetivamente argumentadas, para generar alrededor
del libre-pensador, un halo que pueda parecer oscuro, con el único fin de que
esa oscuridad tape los propios errores y fracasos.
Normalmente, esos fracasos suelen ser debido a una falta de previsión total y suelen ser comúnmente producido por aquellos que anteriormente cometieron los mismos errores, incluyendo la falta de información.
Las faltas de previsión anteriormente mencionadas y el intento de control absoluto, suelen llevar comúnmente a un gran desastre organizativo, ya que la falta de organización administrativa es un problema común de aquellas organizaciones en donde la creencia ciega en su capacidad de improvisación está a prueba de bomba (y desastres).
Por ello este tipo de actitudes acaban abocando a una elevada tasa de absentismo de voto, y su lentitud e ineficacia es todo menos sorprendente, para aquellos que como he dicho anteriormente, no suelen ponerse el traje de faena. Provocando crispación, desentimiento y conflicto. Lo que añadido a la falta de autocrítica y miedo a pérdida de control absoluto, ejerce una función desestabilizadora y de desmembración inevitable.
El problema de la total falta de previsión es un problema de organización asociativa.
Poco importa si las decisiones nefastas fueran tomadas directamente por el responsable asociativo o por varios de sus subordinados, lo que importa y el mensaje que acaba llegando al electorado, es que él sea el último responsable y que él tuviera que haber admitido no solamente los enormes errores cometidos en el desarrollo organizativo, sino su responsabilidad personal y/o política. Y los políticos demuestran su sentido de responsabilidad, asumiendo sus errores y tomando decisiones que generen una expectativa de cambio.
La falta de decisión, a partir de la presentación de una fractura asociativa tendrá, sin ninguna duda, un importante desgaste político, que resultará en el mejor de los casos en una considerable merma de la organización o en el peor de los casos, una quiebra total.
Este tipo de desastres organizativos y funcionales, ejercen en el resto una enorme desmotivación.
Traducción: Se acaba siendo un desastre organizativo.
Pero seamos positivos. ¿Se puede innovar en estas circunstancias?. La respuesta es si.
Por encima de este sentimiento de caos sobrevuela una sensación de abandono, de incuria, de desastre organizativo, de retraso sideral, por ello la información interna es inherente a las organizaciones. Y es que, una organización no es más que un conjunto de personas que interaccionan intercambiando información. Por ello, la información interna en una organización se considera mucho más importante (su volumen es generalmente mayor) que la información externa.
Los aspectos administrativos y organizativos son de vital importancia para incorporar medidas de prevención y mitigación. Sus fallos, errores y desidias, deben estar perfectamente solventadas con anterioridad a la ocurrencia de un desastre, ya que luego lo único que se puede hacer es lamentarse, cuando los desastres podían haberse evitado. Sólo existe un camino, la toma de decisiones drásticas y firmes.
Normalmente, esos fracasos suelen ser debido a una falta de previsión total y suelen ser comúnmente producido por aquellos que anteriormente cometieron los mismos errores, incluyendo la falta de información.
Las faltas de previsión anteriormente mencionadas y el intento de control absoluto, suelen llevar comúnmente a un gran desastre organizativo, ya que la falta de organización administrativa es un problema común de aquellas organizaciones en donde la creencia ciega en su capacidad de improvisación está a prueba de bomba (y desastres).
Por ello este tipo de actitudes acaban abocando a una elevada tasa de absentismo de voto, y su lentitud e ineficacia es todo menos sorprendente, para aquellos que como he dicho anteriormente, no suelen ponerse el traje de faena. Provocando crispación, desentimiento y conflicto. Lo que añadido a la falta de autocrítica y miedo a pérdida de control absoluto, ejerce una función desestabilizadora y de desmembración inevitable.
El problema de la total falta de previsión es un problema de organización asociativa.
Poco importa si las decisiones nefastas fueran tomadas directamente por el responsable asociativo o por varios de sus subordinados, lo que importa y el mensaje que acaba llegando al electorado, es que él sea el último responsable y que él tuviera que haber admitido no solamente los enormes errores cometidos en el desarrollo organizativo, sino su responsabilidad personal y/o política. Y los políticos demuestran su sentido de responsabilidad, asumiendo sus errores y tomando decisiones que generen una expectativa de cambio.
La falta de decisión, a partir de la presentación de una fractura asociativa tendrá, sin ninguna duda, un importante desgaste político, que resultará en el mejor de los casos en una considerable merma de la organización o en el peor de los casos, una quiebra total.
Este tipo de desastres organizativos y funcionales, ejercen en el resto una enorme desmotivación.
Traducción: Se acaba siendo un desastre organizativo.
Pero seamos positivos. ¿Se puede innovar en estas circunstancias?. La respuesta es si.
Por encima de este sentimiento de caos sobrevuela una sensación de abandono, de incuria, de desastre organizativo, de retraso sideral, por ello la información interna es inherente a las organizaciones. Y es que, una organización no es más que un conjunto de personas que interaccionan intercambiando información. Por ello, la información interna en una organización se considera mucho más importante (su volumen es generalmente mayor) que la información externa.
Los aspectos administrativos y organizativos son de vital importancia para incorporar medidas de prevención y mitigación. Sus fallos, errores y desidias, deben estar perfectamente solventadas con anterioridad a la ocurrencia de un desastre, ya que luego lo único que se puede hacer es lamentarse, cuando los desastres podían haberse evitado. Sólo existe un camino, la toma de decisiones drásticas y firmes.
Este análisis es ambicioso en el sentido de que su objetivo final es la implementación de una política de calidad total en la prestación de los servicios a los afiliados, ya que la falta administrativa, organizativa y funcional, ha de dar paso para asegurar la calidad de la prestación de los servicios. Para mejorar en forma inherente las condiciones estructurales, las no estructurales y las administrativo-organizativas desde el punto de vista de la operación cotidiana, lo cual redunda en un comportamiento más adecuado para la organización y sus afiliados. Las cuales se traducirían en una importante fidelización del voto. Algo necesario e imprescindible en cualquier organización.
Dentro de los aspectos organizativos, es necesario mencionar que muchos de los problemas que se presentan en la operación cotidiana se deben a deficiencias o ausencia de programas de mantenimiento preventivo, de políticas concretas comunitarias, de falta de organización y funcionamiento estructural, de carencia de ideas, de demasía en la improvisación.
La falta de planificación para ampliaciones o modificaciones provoca un crecimiento desordenado que ocasiona deficiencias generales de funcionamiento, interrupción de servicios y malestar para los asociados. Circunstancia esta que provoca el colapso funcional y hay que renovar para poder tener capacidad de solventar las deficiencias que se presenten en el menor plazo posible
«A cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades»
Otra consecuencia de esas teorías
nocivas, es que el hombre ya no se considere responsable y que no busque en si
mismo la causa de sus propios triunfos o fracasos. Shakespeare en la tragedia
de «Julio César», hace decir a Casio: «The fault, dear Brutus, lies not in our
stars, but in ourselves that we are underlings». («La culpa, querido Bruto, de
nuestra Inferioridad, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos»).
¿Quién en nuestros días, diría otro tanto?
En una de las páginas de la obra
magna de la literatura castellana, Cervantes, por boca de don Quijote, dice:
«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres
dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la
tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y
debe aventurar la vida».
Ante la caída en picado de partidos como el PSOE, carentes de ideas y con una guerra interna acuciante, el malestar ciudadano ante las últimas decisiones tomadas por el Partido Popular, así como la consolidación en el panorama político de partidos como UPYD, ó la aparición de partidos como Movimientos Ciudadano, liderado por Albert Rivera, los cuales ocupan un espacio de centro, con un mensaje claro: “no somos derecha, ni izquierda, simplemente queremos cambiar las cosas”. Mensaje que cala profundamente en una sociedad mermada de valores de izquierda y derecha, sino sometida a una profunda crisis. Por lo que los ideales caducos y trasnochados, así como los mensajes arcaicos del miedo a unos y otros, ya no llegan al votante. Sólo los mensajes claros y contundentes del cambio profundo, de soluciones a sus problemas, generan expectativas de movimiento real en el electorado. Harto y asqueado, de ver constantemente en los medios, corrupción y más corrupción, mientras sus neveras cada vez están más vacías.
Ante la caída en picado de partidos como el PSOE, carentes de ideas y con una guerra interna acuciante, el malestar ciudadano ante las últimas decisiones tomadas por el Partido Popular, así como la consolidación en el panorama político de partidos como UPYD, ó la aparición de partidos como Movimientos Ciudadano, liderado por Albert Rivera, los cuales ocupan un espacio de centro, con un mensaje claro: “no somos derecha, ni izquierda, simplemente queremos cambiar las cosas”. Mensaje que cala profundamente en una sociedad mermada de valores de izquierda y derecha, sino sometida a una profunda crisis. Por lo que los ideales caducos y trasnochados, así como los mensajes arcaicos del miedo a unos y otros, ya no llegan al votante. Sólo los mensajes claros y contundentes del cambio profundo, de soluciones a sus problemas, generan expectativas de movimiento real en el electorado. Harto y asqueado, de ver constantemente en los medios, corrupción y más corrupción, mientras sus neveras cada vez están más vacías.
Por todo ello me atrevo a decir,
sin ningún género de duda, que es momento de que los partidos políticos hagan
sus deberes sin demora, ya que el panorama político está cambiando. El que no
quiera ver…
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