La preocupación social los Guardias Civiles, orientada al desarrollo auténtico del guardia civil y de la sociedad, que respete y promueva en toda su dimensión su trabajo como miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se ha expresado siempre de modo muy diverso. Uno de los medios destacados de intervención ha sido, en los últimos tiempos, el reconocimiento a su labor como punto de referencia, ha tratado frecuentemente la cuestión, haciendo coincidir a veces su valoración profesional, contra los diversos documentos sociales con los que ha sido castigado este Cuerpo. Los diverso Grupos Políticos no han dejado de iluminar con sus intervenciones aspectos también nuevos dentro del proceso de modernización de la Guardia Civil. Por consiguiente, a partir de la aportación del nuevo desarrollo profesional de las asociaciones, enriquecida por las sucesivas aportaciones de los diferentes Grupos Políticos defendiendo la necesidad de cambios en la Benemérita, se ha formado ya un movimiento pensador renovado, que se va articulando a medida que la Guardia Civil, acepte los hechos según se desenvuelven en el curso de su historia.
La constante actualidad de estos cambios en el Cuepo se reconoce fácilmente, si se tiene en cuenta las conmemoraciones que han tenido lugar a lo largo de estos últimos años, de distinto modo y en muchos ambientes de nuestra sociedad.
Con este texto me propongo alcanzar principalmente dos objetivos de no poca importancia: por un lado, rendir homenaje a estos históricos luchadores y a la importancia de su enseñanza; por el otro, manteniéndome en la línea trazada por mis venerados Predecesores en la Cátedra del movimiento asociativo, afirmar una vez más la continuidad de la doctrina social junto con su necesaria y constante renovación. En efecto, continuidad y renovación son una prueba de la perenne validez de su enseñanza.
Esta doble connotación es característica de su enseñanza. Por un lado, es constante porque se mantiene idéntica en su inspiración de fondo, en sus « principios de lucha e ideales», en sus fundamentales « directrices de acción » y, sobre todo, en su unión vital con las necesidades de los Guardias Civiles. Por el otro, es a la vez siempre nueva, dado que está sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las condiciones históricas así como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los guardias civiles y de la sociedad.
El tiempo —lo sabemos bien— tiene siempre la misma cadencia; hoy, sin embargo, se tiene la impresión de que está sometido a un movimiento de continua aceleración, en razón sobre todo de la multiplicación y complejidad de los fenómenos que nos tocan vivir. En consecuencia, la configuración del mundo, en el curso de los últimos veinte años, aún manteniendo algunas constantes fundamentales, ha sufrido notables cambios y presenta aspectos totalmente nuevos.
Este período de tiempo, caracterizado por una extendida espera, deseosos que lleguen por fin profundos cambios en la Institución, ofrece la ocasión de profundizar en los cambios imprescindibles y necesarios para conseguir mejoras reales y constantes. La presente reflexión tiene la finalidad de subrayar, mediante la ayuda de la unificación de fuerzas, la necesidad de una concepción más rica y diferenciada del desarrollo en la consecución de nuestras metas y objetivos, según las nuevas reformas que hemos experimentado, y de indicar asimismo la necesidad de nuevas formas de actuación para conseguir los citados objetivos.
La constante actualidad de estos cambios en el Cuepo se reconoce fácilmente, si se tiene en cuenta las conmemoraciones que han tenido lugar a lo largo de estos últimos años, de distinto modo y en muchos ambientes de nuestra sociedad.
Con este texto me propongo alcanzar principalmente dos objetivos de no poca importancia: por un lado, rendir homenaje a estos históricos luchadores y a la importancia de su enseñanza; por el otro, manteniéndome en la línea trazada por mis venerados Predecesores en la Cátedra del movimiento asociativo, afirmar una vez más la continuidad de la doctrina social junto con su necesaria y constante renovación. En efecto, continuidad y renovación son una prueba de la perenne validez de su enseñanza.
Esta doble connotación es característica de su enseñanza. Por un lado, es constante porque se mantiene idéntica en su inspiración de fondo, en sus « principios de lucha e ideales», en sus fundamentales « directrices de acción » y, sobre todo, en su unión vital con las necesidades de los Guardias Civiles. Por el otro, es a la vez siempre nueva, dado que está sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las condiciones históricas así como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los guardias civiles y de la sociedad.
El tiempo —lo sabemos bien— tiene siempre la misma cadencia; hoy, sin embargo, se tiene la impresión de que está sometido a un movimiento de continua aceleración, en razón sobre todo de la multiplicación y complejidad de los fenómenos que nos tocan vivir. En consecuencia, la configuración del mundo, en el curso de los últimos veinte años, aún manteniendo algunas constantes fundamentales, ha sufrido notables cambios y presenta aspectos totalmente nuevos.
Este período de tiempo, caracterizado por una extendida espera, deseosos que lleguen por fin profundos cambios en la Institución, ofrece la ocasión de profundizar en los cambios imprescindibles y necesarios para conseguir mejoras reales y constantes. La presente reflexión tiene la finalidad de subrayar, mediante la ayuda de la unificación de fuerzas, la necesidad de una concepción más rica y diferenciada del desarrollo en la consecución de nuestras metas y objetivos, según las nuevas reformas que hemos experimentado, y de indicar asimismo la necesidad de nuevas formas de actuación para conseguir los citados objetivos.
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