¡Ha llegado la hora de levantarse, de ponernos en marcha!. Con esa frase era presentado Albert Rivera, en Goya.
Entre aplausos y expectación, apareció en el Teatro de Goya, un político sobre el cual (entre otros), preparé un artículo en mi blog el 6 de febrero de 2010 (pinchar aquí).
Un político sobre el cual se podrían decir muchas cosas, pero que yo las resumiría claramente en una sola frase: "un político que despierta la ilusión por la política, a aquellos que habían dejado de creer en ella".
Un chico de los que se denominaban "JASP", joven, aunque sobradamente preparado, al cual tengo el honor y el privilegio de conocer personalmente, desde el año 2008, en el que por circunstancias del destino, pertenecía al Consejo de la Guardia Civil, y presidía la Asociación Nacional de Guardia Civiles -UGC(actualmente UNIONGC). Por aquel entonces, que ahora me parece muy lejano, me encontraba "peleándome políticamente", día si y día no, en el Congreso de los Diputados, para intentar mejorar lo posible las condiciones laborales y profesionales de mis compañeros de profesión. Pues bien, en aquellos momentos y en todo el tiempo en el que pude compartir experiencias con él, me sentí arropado, apoyado y mimado por aquel jóven, transmitiéndonos en todo momento su cariño y admiración. Lástima que al ser mi situación la de Presidente Nacional, sólo pude aprovechar las ocasiones en las que visitaba la ciudad condal, para compartir más momentos con él. Me hubiera gustado, aunque como era lógico, mi secretario general de Cataluña era el más cercano. D. Bartolomé Barba, un gran luchador, al cual desde aquí mando un abrazo muy fuerte.
Pues bien, después de esta extensa introducción, quisiera reflexionar sobre algunas cuestiones actuales:
«Nuestra
sociedad actual se encuentra en un lamentable vacío de ideas». La afirmación
contiene una constatación, pero sobre todo una aspiración: es preciso un nuevo
impulso de ideas para comprender mejor lo que implica ser una sociedad fuerte y
creyente en sus pilares fundamentales, entre ellos el Estado; la interacción
entre los diferentes partidos políticos de nuestro sistema Constitucional nos
urge a dar ese impulso, para que la integración se desarrolle bajo el signo de
la solidaridad y de la realidad social que nos rodea, en vez del de la
marginación de numerosos colectivos, los cuales están padeciendo cruentamente
una desidia institucional. Dicho pensamiento obliga a una profundización
crítica y valorativa de la categoría de la relación. Es un compromiso que no
puede llevarse a cabo sólo con las buenas palabras o las promesas puntuales en
un momento electoral, dado que requiere la aportación de pruebas palpables,
para captar con claridad las necesidades de colectivos marginados socialmente,
y que se refuercen de una vez por todas la dignidad trascendente de esos
colectivos. Entre los mismos podemos destacar el de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, columna vertebral del estado actual, el ejército, la asistencia
sanitaria, la docencia, etc. En definitiva colectivos tan importantes para el
desarrollo normal de un Estado. En definitiva el verdadero pilar de la democracia: LOS CIUDADANOS.
El
hombre como componente de una sociedad, se valoriza
no aislándose sino poniéndose en relación con los otros y acercándose, con una importante mezcolanza de ideas. Por tanto, la importancia de dichas relaciones es fundamental. A
este respecto, la razón encuentra inspiración y orientación en el claro
sentimiento de poder ponerte en el lugar del otro. Según el cual la Institución
a la que se pertenece, no absorbe en sí misma a la persona anulando su
autonomía, como ocurre en las diversas formas del totalitarismo que están sufriendo algunos partidos políticos actualmente. Sino que la citada autonomía personal debe valorizarla
más aún, porque la relación entre persona y comunidad es la de un todo hacia
otro todo, así también la unidad de una Institución no debe anular de por sí a
las personas, los pueblos o las culturas, sino que los debe hacer más
transparentes los unos con los otros, más unidos en su legítima diversidad.
El
tema del buen desarrollo institucional, coincide con el de la inclusión
relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad,
que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales
de la justicia y la paz. Actualmente existe un grave enfrentamiento entre estas
Instituciones, cuando su interrelación debería ser perfecta. Los citados
valores justicia, paz, dignidad y seguridad, actualmente se
encuentran en un punto sumamente degradado, así como la percepción que recibe el ciudadano, del uso que los partidos políticos políticos actuales están haciendo de ellos, es nefasta.
El
poder político debe ser signo e instrumento de esta unidad. Por ello deben ser respetados,
valorados y protegidos esos principios, para poder ser garantes de los derechos de los
ciudadanos. Los cuales actualmente ven como están siendo cercenados, frente a la permisibilidad con la que se da acceso a las
instituciones públicas, a entidades y sectores afines al terrorismo, o se cometen injusticias sociales y jurídicas, como la puesta en libertad de violadores, asesinos, etc.
El
resultado de todos estos factores está siendo sido tristemente desastroso. Cualquiera
que le interese este pequeño gran hermano de la política actual, el cual se parece cada vez más al
mundo del corazón, puede observar como cambian los discursos los diferentes
grupos a su propia conveniencia.
Que curiosa
e incoherente es la política y algunos de nuestros políticos. Lo que si me ha
quedado muy claro, es que España necesita un cambio real, serio y definitivo,
para que los ciudadanos empecemos de nuevo a creer en nuestras más altas
instituciones, las cuales me permito significar están para defendernos y
defender a nuestros defensores, los cuales curiosamente: defendidos y
defensores, son los más indefensos.
Señores gobernantes, si no entienden mi pequeño pasatiempo con las palabras, me pongo a su disposición para explicárselo más despacio. Casi al ritmo de como muchas veces toman ustedes soluciones. Tan despacio que cuando quieren ponerse ya es tarde.
Señores gobernantes, si no entienden mi pequeño pasatiempo con las palabras, me pongo a su disposición para explicárselo más despacio. Casi al ritmo de como muchas veces toman ustedes soluciones. Tan despacio que cuando quieren ponerse ya es tarde.
Déjense ya de "izquierdas o derechas". Las ideologías de aquellos tiempos han desaparecido, por
mucho que algunos se empeñen en seguir manteniendo su recuerdo para hacer uso
interesado y partidista de la peor pesadilla que ha vivido esta País.
Estamos en un tiempo peligroso, ya que la libertad se está
convirtiendo en libertinaje. Donde lo bueno de unos se utiliza como arma
arrojadiza por lo otros. Donde la profunda crisis económica, se está
convirtiendo en light ante la grave crisis de valores que vivimos. Un tiempo
donde la corrupción estamental se ha convertido en nuestro pan de
cada día. Vivimos una época mezquina de divisiones y divergencias continuas.
Una era donde incluso nos sentimos amordazados a la hora de
sentirnos orgullosos de nuestras creencias, de sentirnos españoles, de ser
católicos, de ser ateos, agnósticos o cualquier otro tipo de creencias, sobre
las cuales en su día basamos la paz de España, nuestra Constitución.
Tenemos una Constitución sobre la cual todas las creencias
de este País, forjaron sus doctrinas. Sin embargo existe un debate social
importante sobre la necesidad de su reforma. Como todo en la vida, nuestra
carta magna a mi entender ha de ser profundamente reformada. Adecuada al momento
social y actual que vivimos. Pero debe ser perfeccionada sobre el consenso.
Debemos dejar a un lado las guerras políticas y atajar sin miedo la renovación
de la misma.
Me sorprende como algunos siguen utilizando argumentos tan
anacrónicos, para no perder políticamente a un sector de la sociedad,
permitiéndose sin embargo acreditarse públicamente como los valedores de
los derechos sociales y presentando graves recortes sociales por otro lado. Es
vergonzoso en una situación por la que atravesamos, que se sigan utilizando
este tipo de picardías políticas.
Este País necesita que de una vez por todas se tomen medidas
que contribuyan a un gran pacto social, donde los sindicatos dejen de dedicarse
a la política y se dediquen únicamente a la defensa de los trabajadores. Y se
hace imprescindible que se acometan cambios sin miedo a la pérdida de votos de
unos u otros. Se debe llevar de una vez por todas a nuestro parlamento la
urgente necesidad de una profunda modificación del Código Penal, que deje de
proteger al delincuente frente al ciudadano de Ley.
Como se dijo una vez en uno de los mejores discursos que ha
tenido la historia mundial “Cualquier nación así concebida y así consagrada,
puede perdurar en el tiempo”.Estamos reunidos en un gran campo de batalla de
esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar
de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación
pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos
consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y
muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre
poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por
mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos
hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos
consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon,
hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que
debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de
estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa
por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos
aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta
nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la
Tierra.
Reciban un cordial saludo, de aquel que únicamente se siente "ciudadano".
1 comentario:
Da gusto leer artículos como el tuyo. Desde luego, si Albert y tú estuviéseis juntos, yo desde luego no dudaría en votaros. Te conozco de tu época en la Guardia Civil, ya que soy compañero y siempre he admirado tu labor y tu lucha. Enhorabuena de nuevo
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